26 jun 2014

Cuento | 'TRÍPTICO DIRECTO: PARTE 3 - EXTRAÑOS EN LA OSCURIDAD'

TRÍPTICO DIRECTO
por Joel Cavaleri

Tres historias interconectadas inspiradas en temas musicales. Tres acompañamientos textuales, pasados de un formato experimental guión a relato, de tres joyas del productor “Direct”: “Parallax”, “False Dawn” y “Wanna Know You”.


PARTE 3. 
EXTRAÑOS EN LA OSCURIDAD

“Hay algo acerca de ti que quiero conocer. Tengo muchas preguntas”, le dijo.
Se encontraba de frente a la criatura más horrible que ella había visto en su vida. El ministerio de seguridad y las fuerzas militares la habían traído hasta su laboratorio hacía apenas unas horas, según el reloj que tan minuciosamente revisaba a cada rato. Un descubrimiento inusitado, aparentemente, pero para ella era solo otro caso. Uno más curioso, intrigante, emocionante y psicótico, todo a la vez; pero tan enigmático y demandante como cualquier otro caso. Se supone que ella era una profesional. No podía hacer diferencias. Cada “paciente” debía ser tratado con el mismo “cuidado”. Pero ella hasta se imaginó esas comillas, casi divertida por la razón por la cual las hubiese usado si hubiese descrito el procedimiento que estaba a punto de realizar, y se planteó de nuevo la situación. ¿Se podía llamar a esa cosa un “paciente”? ¿Estaba padeciendo de algo esa criatura? La que padecía de algo era ella, la doctora, y era algo más parecido a una náusea. Sin embargo, ella había sido preparada para ello en la universidad, para encontrarse frente a situaciones que requirieran mucha concentración y auto-control. A pesar de que, como mínimo, le hubiese encantado escupir a un lado para sacarse la sensación a gusto horrible que tenía en la boca, la señorita se contuvo. Era, además, una dama. Tampoco iba a perder los modales frente a un invitado de esa categoría, no señor. Había visto cosas asquerosas en su preparación y en clases prácticas, pero nada comparado con esto. Eso era lo que hacía del caso tan corriente y tan interesante al mismo tiempo. Corriente porque tenía que hacer exactamente lo mismo que hacía con todas aquellas formas de vida que traían a su escritorio para evaluación, e interesante porque por más que hiciera todos los mismos procedimientos, se encontraría con cosas nunca antes vistas a los ojos humanos. Toda una experiencia memorable.

Y mientras se ponía los guantes nuevos y se preparaba, continuó pensando en la palabra “cuidado”. ¿Habría algo que cuidar, que preservar en esa criatura? ¿Acaso el sentido común no le estaba exclamando a gritos que todo en eso que tenía en frente estaba mal, equivocado y que debía ser eliminado de inmediato? Su cerebro le podía decir y ordenar lo que quisiera, pero el corazón le latía desaforado y ella casi estallaba en adrenalina aunque pretendiera calma y meticulosidad. La oportunidad que ese caso le presentaba era imposible de evadir. No se lo hubiera perdonado nunca, jamás en la vida, si lo rechazaba. Sí…ese sería su boleto fuera de ese laboratorio cochino y aburrido donde había trabajado tanto tiempo. Reportajes, dinero, prestigio…tantas cosas vendrían a ella luego de que se hiciera conocido su trabajo en ese importante día. No importaba si había que cuidar esa criatura, estudiarla, liberarla o masacrarla; mientras ella tuviera la oportunidad de hacerlo, todo marcharía bien…

La doctora sonrió. Era raro que ella le dedicara ese gesto a una criatura que, imaginaba, difícilmente se lo pudiera devolver, pero tal como las desaforadas palpitaciones en su torrente sanguíneo, esa noche había cosas que no podía darse el lujo de evitar. Estar en un lugar con tanta penumbra débilmente enemistada por un foco sobre su cabeza, sonriéndole a algo tan impresionante y extraordinario casi hasta la parecía una mala idea. “Está sujeto”, se dijo; y bien que lo estaba. No había forma de que ella pudiera salir herida de ese encuentro… ¿o si la había? No, pensándolo mejor, para que ella se marchara de allí sangrando debía cortarse una vena ella misma. Nada podía salir mal, no con las cosas planeadas como de ante mano lo estaban. Había cámaras grabando todo aquello que ella fuera a hacer, había oficiales armados fuera del laboratorio, y ella era una persona de confianza, capacitada y experimentada lo suficiente como para que se le otorgarse el honor de aquella proeza.

Felicitaba la rapidez de acción de sus superiores. Muchos imbéciles en el pasado hubieran balaceado a la criatura ni bien hubiese aparecido, pero ahora se valoraban otras cosas. La humanidad podría quedar aterrorizada, enloquecida, frenética si la noticia de no solo el avistamiento sino también captura de una criatura así se divulgara; pero no habría nada que se le pudiera hacer. Ella necesitaba el crédito de la proeza a punto de realizar, y alguien necesitaba averiguar más sobre la criatura para estudios posteriores. ¿Y quién más se hubiese animado a hacer algo semejante? Nadie…no. Solo ella era capaz de eso y mucho más. De tan solo imaginar las muchas otras ofertas que se le harían en el futuro luego de eso era tanto escalofriante como vigorizante, casi eléctrico. Se sentía poderosa, ansiosa y con mucho más vida que esa cosa que la miraba con fríos múltiples ojos a apenas centímetros de distancia.

¿Qué haría primero? ¿Autopsia en vida, quizás? ¿Prueba de reflejos, búsqueda de signos vitales que demuestren la obviedad de su existencia? Tenía lápiz y papel a un lado, listos para que ella anotara todo aquello que creyera conveniente, pero tenía la ligera sospecha que ese precario block de notas que le habían dado nunca le sería suficiente. A ella la intrigaban demasiadas cosas, tantas que no se imaginaba una manera de empezar a averiguar aquello que con tantas ansias deseaba saber. ¿Cómo respiraría esa criatura? ¿Tendría un corazón, dos pulmones, venas y arterias? Recordaba haber visto sangre verde chorrear de cuerpos de alienígenas en alguna burda y grotesca película de ciencia ficción antiquísima. ¿Sería capaz algo así? Daría su propio brazo por cortarle una extremidad al bicho horrible ese que tenía en frente y comprobarlo en ese instante, pero el desastre que haría sería imperdonable. Se supone que ella tenía que mantener las cosas limpias, sencillas, rutinarias, sistemáticas, tal como si fuese solo otro ‘’paciente’’. ¿Pero cómo acallar el deseo ferviente que movía el bisturí en su mano más y más cerca de uno de los ojos del tan impredecible espécimen? “Espécimen”, pensó de nuevo. Imaginó entonces una especie, una raza…razas similares, criaturas que convivieran con ellas, en simbiosis, parasitosis, mutualismo, comensalismo. Su hábitat, su reproducción, su alimentación, su ciclo de vida, los números de crías por parto. Todo escapaba a su imaginación y allí se fragmentaba en infinidad de posibilidades. “Todo al alcance de mi mano”, pensó, sosteniendo el bisturí con mucho más ímpetu.

“Dime los secretos en tu corazón…quiero conocerte”, le susurraba, infantil, como una madre a un nuevo cachorrito perdido. Era más como su muñeco de pruebas en vida. ¿Cuántas veces había jugado a ponerse un osito de peluche en su regazo y medirle los latidos con un estetoscopio rosado de juguete? Le hubiese encantado tener a ese bicho así ahora, incluso hasta recostado contra su pecho, por más que le llenase las piernas y todo el delantal de baba y probablemente la quisiera asesinar o estrangular con sus tentáculos en el segundo en que lo liberaran. ¿Tendría veneno, secreciones ácidas que disparar de algún lado como defensa? Y eso sería para querer alejar o atacar a alguna otra criatura, pero si quisiera que alguna se le acercara, ¿qué clase de feromonas liberaría al aire? Bueno, suponiendo que fuese una criatura terrestre. Se desenvolvería bien en el agua, seguramente. Parecía tener una piel escamosa…pero quizás era capaz de vivir tanto fuera del agua como dentro. El movimiento ascendente y descendente de su cuerpo le sugería que estaba respirando correctamente ahora, lejos de un océano o río. ¿Un diafragma, tal vez, provoca ese latir de su cuerpo, esa inflación y ese desinfle? Estaba bastante segura de que eso era un invertebrado, aunque podría estar equivocada en cuanto a las pocas cosas que tenía deducidas. Un cerebro, un sistema nervioso, una espina dorsal, una estructura ósea ya sea externa o interna… ¿poseería algo de todo eso? ¿Células, un sistema endocrino? ¿Se enfermarían esos bicharracos? ¿Y de qué? ¿Habría pandemias, epidemias, endemias, curas y virus evolucionados? ¿Anticuerpos?

“Estoy nerviosa, ¿tú también?”, le siguió cantando. “Tu sonrisa me da curiosidad”, agregó, cuando la criatura hizo un gesto con algún músculo de dónde ella creyó que estaría el rostro, aproximadamente. ¿Tendría dientes, colmillos, caries, una lengua dentro…su boca? ¿Tendría una boca, saliva, papilas gustativas, cuerdas vocales y ganglios? Ya no podía esperar más. Necesitaba hacerle algo o se pasaría toda la noche preguntándose cosas que bien podría averiguar. Pensar en una estrategia, una forma de abordar el cuerpo extraño y examinarlo en su amorfo esplendor le resultaba improcedente sin inmediatamente reparar en una masacre. Algo salvaje, fiero, veloz y repugnante. Lo abriría, lo despellejaría en carne viva y vería qué tenía dentro en tan solo un minuto. ¿Por qué se sentía tan obligada a hacer las cosas meticulosamente y tardar horas en ello? ¿En realidad importaba que la consideraran una loca? Para entonces tendría más conocimientos que todo el resto de la humanidad. Por fin una criatura hacía contacto con ellos y los humanos la abrían y torturaban hasta que muriera…le daba un poco de vergüenza ser tan impulsiva, ¿pero por qué tenía que morir ese bicho? ¿No habrían desarrollado esas criaturas una manera de regenerarse, de ser inmunes a ataques salvajes y animales? ¿No podrían ser inmortales, más viejos que el universo y futuros testigos del ‘’big crunch’’? ¿Por qué mierda no? ¿Quién mierda se los impedía? Nadie conoce nada de la evolución de esas cosas, de su vida en su tierra, su historia, su cultura y religión. ¡Quizás su Dios si los escuchaba! ¡O quizás ellos eran su propio Dios, o Dios de todos nosotros!

O el anticristo. El demonio en carne y hueso. Una criatura que pretendía repoblar la tierra, exterminar a la raza humana cual plaga de cucarachas y asentarse aquí a alzar una nueva capital, un nuevo imperio conectado con el imperio madre o independiente. O bien podía ser también un mensajero venido a dar un presagio o hacer una petición. En ese caso habría que escucharlo, ¿verdad? ¿Pero y si era, en vez de eso, una criatura maligna y sangrienta? ¿Despiadada, desalmada y desenfrenada, que venía a colonizar la tierra? ¿No habría que sacrificarla antes de que matara toda la vida sobre la tierra? ¿…o sería una prueba? ¿Un obstáculo para dejar una enseñanza, una valiosa lección? Sí, eso podría ser. “Quizás los errados somos los humanos. Unos idiotas que no pueden aceptar la vida en otros planetas sin enloquecer en cuestión de segundos”, se dijo, retrocediendo unos pasos. Sí, eso eran. Ella era parte de eso. Había sido escogida como enviada para hacer contacto y averiguaciones con la criatura y a ella se le había ocurrido descuartizarla y bañarse con su sangre multicolor. ¿Quién era ella para hacer tal cosa? “¡Una estúpida! ¡Una tarada! ¡Una loca desquiciada, perdida y malparida y malcriada! ¡Una animal, una escoria, la peor inmundicia que hubiese puesto su pie en la faz de la tierra! ¡UNA LOCA!” gritó, cortándose entera y viva. Su sangre desparramada por el laboratorio había alcanzado a la criatura, quien poco entendía ya. Para cuando los científicos y oficiales hubieran entrado a su rescate ya era tarde. Se había perforado los globos oculares tantas veces a través de sus anteojos que se había herido profusamente el cerebro y causado una hemorragia fatal.

La doctora murió muy rápidamente, a pesar de todo. La habían tratado de reanimar y brindar atención médica, pero por más que la curaran físicamente, ella había perdido un tornillo en tan solo un segundo. No, era mejor que muriera. Hicieran lo que hicieran ella estaba destinada a morir así, y ya nada podían hacer al respecto. Luego de tanto trabajo, años de servicio y caminos recorridos, al final sus colegas, familiares, amigos…no estuvieron allí para ella. Los que se mantuvieron con ella en su lecho de muerte fueron solo oficiales y personal médico especializado que había ido especialmente ese día. Después de todo lo que ella había dejado en esa tierra y las personas a las cuales conoció, amó y consideró su círculo cercano…quedó tendida allí, al final. Rodeada de extraños en la oscuridad…

FIN.

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