Hemos arribado a las 100 entradas del blog. Nos tomó unos largos cinco años, en los cuales este portal fue evolucionando, mutando según los proyectos en los que nos fuimos centrando temporada a temporada. Hoy en día vemos un hermoso futuro -a construir- en nuestras manos, y el hecho de que estemos haciendo por segunda vez este especial navideño es parte de esa visión que tenemos para el porvenir del portal, de la saga, y de nuestro trabajo 'literario'. No ha sido fácil atravezar por todos los contratiempos por los que hemos tenido que pasar, y aún hoy la situación no es la ideal ni una en la que nos podamos desenvolver con los mejores resultados posibles; pero seguimos en pie. Seguimos publicando, seguimos escribiendo, y seguimos trabajando para hacer de este portal uno que pueda acompañar el contenido que compartimos lo más entretenido, funcional, y estéticamente placentero que nos sea posible. Esperamos poder continuar muchos años más, y publicar cientos de nuevas entradas en los tiempos venideros. Gracias por haber leído, por leer si estás ahí, y por darnos la fe de que nos vas a continuar leyendo...
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Los regalos del día de hoy son la fotografía anterior y el siguiente relato.
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DÍA 12
La conferencia
El profesor me invitó
a un sinnúmero de eventos en muchas partes del mundo. Yo asistí por el cariño
que le tengo y por lo respetable de su figura y posición, pero sus fieles
espectadores también se han percatado de cómo sus discursos cada vez carecían
de más sentido. En una conferencia que dio en México hace dos años, escuché al
profesor decir la siguiente sartenada de incoherencias que me veo en la
obligación de transcribir:
“El universo en sí se
puede dividir en dos grupos. Éstos dos son obvia y completamente diferentes y
opuestos, pero básicamente representan lo mismo. No, no son el bien y el mal.
La línea divisoria que separa esas dos realidades se está volviendo más efímera
de lo que uno desea, y pronto serán lo mismo.
No, los dos bandos
son aquello que nosotros mismos consideramos bien o mal. Lo que nos gusta y lo
que no. Lo que nos atrae y lo que no. Todo aquello a lo que accedemos y a lo
que dejamos pasar. Las oportunidades tomadas y todo aquello para lo que ya es
tarde.
Todo actualmente
tiene un lado que nosotros decidimos si está "bien" o es
"mal". Ese "está" significa que el momento en el que fue
considerado para un bando o para el otro es el actual, ya que pudo haber
pertenecido o quizá pertenecerá al otro bando. ¿Qué quiere decir eso? Que el
paso del tiempo causa estragos en absolutamente todo, ya sea una ínfima parte
de algo mayor o una entidad completa. Todo sufre el pasar de los años. El
futuro, entonces, no es más que una versión diferente del presente, tal como lo
es el presente con respecto al pasado. Y viviendo en el universo que nos rodea,
nuestra opinión sobre lo que nos gusta y no nos gusta es susceptible al cambio
también.
La gran variedad de
"cosas" que habitan en el universo, hacen posible la gran variedad de
opiniones que existen, o en otras palabras, el individualismo. Ya que somos
seres infinitos -por la cantidad numérica, no por nuestra duración en el
tiempo, afortunadamente- podría establecerse que existe una infinita cantidad
de opiniones, una infinita variedad en la discriminación entre las dos partes
que compiten en las dicotomías mencionadas. Hoy en día, lo que a uno le parece
"bien", a la otra le puede parecer "mal"; mientras que al
otro le parece "más o menos", a la otra "bien pero no tan
bien" y al otro finalmente que "no está tan mal".
Por lo tanto, esto
significa que lo que uno considera una utopía, puede ser considerado por otra
persona como una distopía, y así sucesivamente. Cada segundo que marcan las
manecillas trae al futuro un paso, por más pequeño que sea, más cerca nuestro.
Y hay una gran expectativa por lo que sucederá en ese tiempo a venir, quizá no
en un segundo, si no en una década, o dos; o un siglo, ¿por qué no? Todo es
posible. En fin, muchos usan un maravilloso proceso que tiene influencias en los
deseos, en las ilusiones, en las necesidades, o quizá también en lo que no
deseamos, ni necesitamos, ni tenemos ilusiones de. Esta herramienta es la
Imaginación.
Ella permite
trasladarnos a un mundo completamente diferente, o no tanto, pero que tiene algo
que el mundo en el que actualmente se habita no se tiene. En éste caso, la
imaginación nos permite alucinar -y por qué no alunizar también- en qué y cómo
nos traerá el futuro las cosas, o como las modificará con su poder, al que
nadie puede resistir.
Es por ello que la
visión que tiene uno del mundo puede ser diferente a la de otro. El mundo
cambia, querámoslo o no. La definición de distopía dice: "lo contrario a
una sociedad ideal, un mundo apocalíptico". Un buen cuento distópico es
"El Peatón", de Ray Bradbury, y nos narra el peor futuro en el que se
puede vivir, según su servidor. Los que no lo han leído -o no le han prestado
atención, cabe destacar también esa oportunidad, ya sabrán aquellas personas a
lo que me refiero...- pensarán: ¿el infierno? ¿Un mundo sin agua y muchas
guerras? ¿Un mundo sin oxígeno ni vida? Pues no, casualmente no dice nada de
eso, aunque es casi tan feo.
El mundo distópico en
mi opinión, es aquel en el que ya no hay libros. Aquel en el que podemos ser
todos iguales, consumidos por la atrapante transición de la caja boba
-televisión, para los que imponen esa excusa- y sin poder tragar otra cosa que
la basura que el futuro nos traerá. Ya hay muchas porquerías en la programación
actual, de ahí el título "no tan distante...".
Veo ese futuro más
cercano también por otra clase de razones, entre ellas la falta de
originalidad. Yo mismo a veces veo cosas que me hacen decir "¡hey, yo
pensé eso antes para mis libros! ¡Ahora el mundo entero creerá que soy un
copión!". Pero yo a su vez admito que me inspiré en muchas otras cosas
-música, programas de radio, libros, películas- que conformaron lo que
actualmente estoy escribiendo. Así que...
¿Se puede ser real y
eternamente original? Pues no, en eso podemos estar todos de acuerdo. ¿Pero
cuánto durarán los re-makes, los covers y los samples? Da igual la cantidad de
tiempo...digamos mil años más... ¿y luego?
Quizá yo esté en mi
lecho de muerte cuando todo eso ocurra, y ni siquiera debería preocuparme. Ni
siquiera por mis hijos y nietos, ¿quién dice que no puedo morir mañana? Dios no
lo permita, claro, al menos no hasta que termine mi saga, pero siendo un
escritor -más los de ciencia ficción como yo- ¿cómo debe imaginarse uno al
futuro?
Un mundo en dónde los
escritores ya no tienen más que escribir, y se los pone en la misma bandeja que
los desempleados, es una Utopía para algunos. Allá quienes lo crean, hay que
respetar a todos los bandos. No se puede ser gris y luchar para nadie, o al
menos, nunca todos seremos grises. Aunque si por algún motivo el destino nos
pinta de esa tonalidad, ni en el blanco ni el negro, esa sería considerada por
todos, una verdadera distopía.
El mundo no debe
pensar como yo, ni yo debo pensar como el mundo. Tampoco hay que ser blancos o
negros, ni mucho menos grises. Tengamos el valor de ser azules, amarillos o
rojos, hasta incito a que se animen a inventarse un propio color. El arcoiris
es eterno, podamos o no ver los siete colores, hay infinitos más esperando a
que sean tomados como propios. Anímense, antes de que todos terminen -y
terminemos- luciendo exactamente igual. Después de todo...el futuro está
llegando... ¿o no?”
Acto seguido de
terminar la primera parte de su discurso, se le dio un aplauso más por respeto
y convención que por otra cosa, y los presentadores anunciaron que el profesor
continuaría su conferencia luego de unos breves minutos. Yo había ido sola,
pero entre el gentío me pude hacer de tres o cuatro compinches para charlar y
comentar las palabras del profesor, sin revelar nunca el vínculo que nos unía. El
consenso arrojaba la hipótesis de que el pobre hombre ya estaba viejo e incapaz
de armar un discurso por sí solo. La falta de coherencia, adecuación, temática
definida y tesis eran los puntos más determinantes de la crítica que se hizo en
la pausa previa a la segunda parte de la conferencia. Para cuando el profesor
regresó al podio, lo que todos estábamos esperando era un desarrollo más
concreto de su idea principal, acompañado por menos rodeos y contradicciones.
Lo que él nos brindó fue algo para lo que ninguno estaba listo.
“Hace poco leí para mis alumnos un par de artículos acerca del uso del
celular, tanto en el ámbito escolar, como en la vida cotidiana, como para el
uso de atentados terroristas. Un tema sobre el que pudimos reflexionar largo y
tendido, sinceramente.
Primero hablamos sobre que la tecnología
tiene sus puntos a favor y sus puntos en contra, pero llegando a la conclusión
de que comprende una serie de métodos rápidos y eficaces para una variedad de
propósitos indispensables en la vida de un joven adolescente; algo que nadie me
lo pudo negar. Sus pros son muchos, paso a enumerar varios:
El más simple de todos, y con el que más nos
sentimos identificados es la comunicación. No más cartas, no más meses de
distancia, no más largas esperas. El celular, el e-mail, el Twitter, el
Facebook, todo nos permite conocer información nueva de una persona de interés
en un segundo. Un mensaje de texto basta para hacerle saber a tu mamá que estás
vivo, y con un e-mail a tus parientes lejanos podés averiguar todo sobre ellos,
y contarles todo lo que pasa aquí actualmente. Y es más, hasta con las
camaritas y los micrófonos, y las propias videollamadas que se pueden hacer con
los últimos celulares, tenemos contacto instantáneo con quien queramos en
cualquier momento del día.
Y quién lo diría, ¿no? Hoy en día basta un
tuit, o una actualización de estado para que todos tus amigos y seguidores en
la red se enteren de cualquier cosa que tengas que decir. Es sorprendente.
¿Quién lo hubiera dicho? Yo no, de eso estoy seguro. Aún recuerdo mi primer
celular. Todos tenían el mismo, y solo servía para escuchar tonos horribles,
jugar a la vivorita, mandar mensajes y llamar. Ahora ni siquiera necesitas una
computadora para ver nuevos tuits y videos, subir fotos a un álbum en Facebook,
ver tus e-mails, escuchar música, jugar los mejores juegos y descargar cuantos
puedas comprarte, videollamar a alguien o enviar una señal a tu auto si dejaste
las llaves a dentro para abrirlo mediante una simple llamada a emergencias. Eso
sí que es útil.
Las tecnologías han implementado y fomentado
algo a lo que no se podía hacer llegar a los jóvenes por ningún motivo: la
escritura (y aquí vamos a entrar en debate, sosténganse de sus asientos). Los
mensajes (todavía, y gracias al cielo) no se pueden escribir solos, alguien
tiene que apretar un botón o tocar una tecla táctil en una pantalla. Para ello,
hemos implementado funciones nuevas a
nuestro sistema nervioso que nadie hubiera imaginado. ¡Si me habrán agarrado
calambres en la muñeca o en el pulgar por escribir incorrectamente en la
computadora!
He llegado a ver gente -basta con mirar a mis
amigos más cercanos- que escriben un mensaje de texto en cuestión de segundos.
Los jóvenes de ésta generación han adquirido deseos de escribir, ganas de chatear, comentar una foto, relatar
una idea en un blog, ¡o hasta escribir un libro! ¿Tienen idea de lo que es eso?
Quizá fuera de lo que se limita a las tecnologías,
(computadoras, celulares, tabletas, y demás) no se logre llegar tanto a la
escritura, pero es ni más ni menos porque se tarda más tiempo. La juventud
actual viaja a pasos enormes, ¡a velocidades increíbles! Pasa algo ahora,
cualquier cosa, ¿y saben en cuanto se entera todo el mundo? En segundos, en menos
de lo que tardaron en escuchar este párrafo de mí discurso, ya un mundo entero
de gente se ha enterado de mil y un cosas, mientras antes los pueblos tardaban
meses en conocer una noticia de al otro lado del mundo, cuando los que las
traían eran los viajeros en los barcos, los pasajeros en los trenes, los
campesinos a caballo. Esto también es muy trascendental.
Es verdad también que la escritura
adolescente esté fallando un poco. Errores y horrores de ortografía, acortar y
abreviar de palabras, no son más que simples consecuencias. No siempre todo llega
como uno quiere, hay que agradecer que al menos llega, ¿o no? Quizá el tiempo
acomode de nuevo este lenguaje o lo modifique y todos tengamos que escribir de
cierta forma para que el corrector automático nos permita enviar un mensaje,
¿pero acaso el tiempo no ha transformado otros idiomas? ¿No se han aceptado
muchas palabras como nuevas por su utilización tan masiva? ¿No hay en el inglés
mil y un palabras inventadas? Es una posibilidad, quizá no todo sea tan malo
como parece.
En conclusión, el uso del celular está
propagado en todo el mundo. Tiene sus pros, tiene sus contras, pero al final
resulta indiscutible su uso. Será desubicado que te suene el celular en el
medio de una reunión, o molesto que te despierte a la madrugada uno de esos
anuncios inútiles para hacerte cargar tarjeta o recibir noticias de quien sabe
qué nueva figura del estrellato, pero es un aparato que no se puede sustituir.
Bueno, en realidad, seguramente, saldrá un
producto mejor, más pequeño, más portátil, que no se descargue y que tenga
eterno crédito para hablar eternamente, y todos lo tendrán. No se llamará
celular, y permitirá hasta meterlo en una olla con sopa y decirte cuántos
fideos entrarán y qué gusto tendrá. Y a la hora de llamar, podrás oír, ver,
oler y tocar al otro. Será genial, será perfecto. Entonces, me recordarán, y
dirán "ese hombre tenía razón", y nadie se quejará de él. Pero habrá,
espero yo, alguna personita que dirá "al final, tanto que criticaban al
celular, este nuevo aparato es lo mismo pero más chiquito y con más
funciones" y tendrá toda la razón del mundo.”
Sin tener mucho que
ver con la primera parte de su conferencia, la segunda pareció gustarle más a
los críticos que tenía al lado mío. Se había desviado del tema inicial, pero
había tenido un poco de más entereza su discurso. De improvisto, el profesor
retomó la palabra y acalló lo aplausos para agregar algo más y concluir la
conferencia:
“Una semilla plantada marca el comienzo de un ciclo, uno que no parece
tener fin. Hoy, comienza una etapa, ya que una semilla ha sido plantada en las
mentes de todos los que están presentes en esta sala.
¿De qué es esta semilla?, se preguntarán
ustedes. Pues de lo que quieran. Podrá dar comentarios, sugerencias, ensayos,
producciones artísticas, noticias del mundo de hoy sobre la contaminación
ambiental, los sentimientos, pensamientos, emociones, o sobre todas aquellas
cosas que conforman y habitan la mente de una persona.
¿Quién ha plantado esa semilla? Pues un catedrático
que aspira ser un buen profesor y que vive en un bosque entre mundos. Un bosque
pacífico y silencioso, un lugar hermoso pero que no se encuentra en ningún
lugar. Este bosque tiene ventanas hacia todos los mundos conocidos, pero el
bosque en sí no se encuentra en ningún lugar. Fuera del universo, todo aquel
que quiera está invitado a acercarse, a quedarse, o a pasar por aquí y
dirigirse a otro mundo.
Hay mundos, muchas veces más enormes que
cualquier otro que hayas conocido, que no se encuentran tampoco en un lugar
específico, si no que residen dentro tuyo. Dentro de tu ser, se esconde un
mundo repleto de posibilidades, de sueños, de recuerdos, de experiencias
vividas, de personas conocidas y también por conocer, de todo aquello que te
marca como un ser humano.
En éste bosque fuera de todo lugar, podrás
alejarte de todo lo que conoces, y sumirte en este propio espacio, que puede no
encontrarse en ningún mapa, pero que puede llegar a formar parte de ti. Así que
pasa, diviértete, siéntete como quieras sentirte. Eres libre ahora de recorrer
esta tierra, de adentrarte a mundos extraños, de volver, de reírte, de sentir
todo lo que este nuevo lugar tiene para ofrecerte.
Exprésate, siéntete libre de hacer conocer
tus ideas, de plantar tus semillas, de quedarte aquí el tiempo que quieras, de
irte y volver a tu propio gusto. Sin que nadie te diga cuando, ni cómo, ni
dónde. Tan solo siéntete bienvenido a éste lugar, que ha dejado de ser mío, y
desde ahora será por siempre nuestro. Amplia tus conocimientos, comparte tus
experiencias, ayúdame a hacer de éste pequeño bosque alejado un rincón fuera de
todo lo que te hace sentir mal. Hagamos de éste, un faro entre todo aquello que
te perjudica.”
La sala entera se quedó en silencio. Después
supe que el profesor fue desacreditado y confinado a tareas pasivas en la
biblioteca de un instituto o en la secretaría de otro; nadie pudo confirmarme
tales datos. Me dio lástima enterarme de eso, porque yo lo amaba con todo mi
ser. Siempre fui su alumna preferida, y la mujer que más supo hacerlo feliz,
según lo que él me decía. Pero ahora que lo pienso, fue capaz de decir muchas
cosas en su vida. Nadie podrá decir a ciencia cierta que algo de lo que salió de
su boca fue alguna vez enteramente cierto, pero yo nunca podré olvidar aquello
en lo que ambos conferimos. Esa fue la conferencia que más me gustó.
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