TRÍPTICO DIRECTO
por Joel Cavaleri
Tres historias interconectadas inspiradas en
temas musicales. Tres acompañamientos textuales, pasados de un formato
experimental guión a relato, de tres joyas del productor “Direct”: “Parallax”,
“False Dawn” y “Wanna Know You”.
PARTE 3.
EXTRAÑOS EN LA OSCURIDAD
“Hay algo acerca de ti que quiero conocer. Tengo muchas preguntas”, le dijo.
Se encontraba de
frente a la criatura más horrible que ella había visto en su vida. El
ministerio de seguridad y las fuerzas militares la habían traído hasta su
laboratorio hacía apenas unas horas, según el reloj que tan minuciosamente
revisaba a cada rato. Un descubrimiento inusitado, aparentemente, pero para
ella era solo otro caso. Uno más curioso, intrigante, emocionante y psicótico,
todo a la vez; pero tan enigmático y demandante como cualquier otro caso. Se
supone que ella era una profesional. No podía hacer diferencias. Cada
“paciente” debía ser tratado con el mismo “cuidado”. Pero ella hasta se imaginó
esas comillas, casi divertida por la razón por la cual las hubiese usado si
hubiese descrito el procedimiento que estaba a punto de realizar, y se planteó
de nuevo la situación. ¿Se podía llamar a esa cosa un “paciente”? ¿Estaba
padeciendo de algo esa criatura? La que padecía de algo era ella, la doctora, y
era algo más parecido a una náusea. Sin embargo, ella había sido preparada para
ello en la universidad, para encontrarse frente a situaciones que requirieran
mucha concentración y auto-control. A pesar de que, como mínimo, le hubiese
encantado escupir a un lado para sacarse la sensación a gusto horrible que
tenía en la boca, la señorita se contuvo. Era, además, una dama. Tampoco iba a
perder los modales frente a un invitado de esa categoría, no señor. Había visto
cosas asquerosas en su preparación y en clases prácticas, pero nada comparado
con esto. Eso era lo que hacía del caso tan corriente y tan interesante al
mismo tiempo. Corriente porque tenía que hacer exactamente lo mismo que hacía
con todas aquellas formas de vida que traían a su escritorio para evaluación, e
interesante porque por más que hiciera todos los mismos procedimientos, se
encontraría con cosas nunca antes vistas a los ojos humanos. Toda una
experiencia memorable.
Y mientras se
ponía los guantes nuevos y se preparaba, continuó pensando en la palabra
“cuidado”. ¿Habría algo que cuidar, que preservar en esa criatura? ¿Acaso el
sentido común no le estaba exclamando a gritos que todo en eso que tenía en
frente estaba mal, equivocado y que debía ser eliminado de inmediato? Su
cerebro le podía decir y ordenar lo que quisiera, pero el corazón le latía
desaforado y ella casi estallaba en adrenalina aunque pretendiera calma y
meticulosidad. La oportunidad que ese caso le presentaba era imposible de
evadir. No se lo hubiera perdonado nunca, jamás en la vida, si lo rechazaba.
Sí…ese sería su boleto fuera de ese laboratorio cochino y aburrido donde había
trabajado tanto tiempo. Reportajes, dinero, prestigio…tantas cosas vendrían a
ella luego de que se hiciera conocido su trabajo en ese importante día. No
importaba si había que cuidar esa criatura, estudiarla, liberarla o masacrarla;
mientras ella tuviera la oportunidad de hacerlo, todo marcharía bien…
La doctora sonrió.
Era raro que ella le dedicara ese gesto a una criatura que, imaginaba, difícilmente
se lo pudiera devolver, pero tal como las desaforadas palpitaciones en su
torrente sanguíneo, esa noche había cosas que no podía darse el lujo de evitar.
Estar en un lugar con tanta penumbra débilmente enemistada por un foco sobre su
cabeza, sonriéndole a algo tan impresionante y extraordinario casi hasta la
parecía una mala idea. “Está sujeto”, se dijo; y bien que lo estaba. No había
forma de que ella pudiera salir herida de ese encuentro… ¿o si la había? No,
pensándolo mejor, para que ella se marchara de allí sangrando debía cortarse
una vena ella misma. Nada podía salir mal, no con las cosas planeadas como de
ante mano lo estaban. Había cámaras grabando todo aquello que ella fuera a
hacer, había oficiales armados fuera del laboratorio, y ella era una persona de
confianza, capacitada y experimentada lo suficiente como para que se le
otorgarse el honor de aquella proeza.
Felicitaba la
rapidez de acción de sus superiores. Muchos imbéciles en el pasado hubieran
balaceado a la criatura ni bien hubiese aparecido, pero ahora se valoraban
otras cosas. La humanidad podría quedar aterrorizada, enloquecida, frenética si
la noticia de no solo el avistamiento sino también captura de una criatura así
se divulgara; pero no habría nada que se le pudiera hacer. Ella necesitaba el
crédito de la proeza a punto de realizar, y alguien necesitaba averiguar más
sobre la criatura para estudios posteriores. ¿Y quién más se hubiese animado a
hacer algo semejante? Nadie…no. Solo ella era capaz de eso y mucho más. De tan
solo imaginar las muchas otras ofertas que se le harían en el futuro luego de
eso era tanto escalofriante como vigorizante, casi eléctrico. Se sentía
poderosa, ansiosa y con mucho más vida que esa cosa que la miraba con fríos
múltiples ojos a apenas centímetros de distancia.
¿Qué haría
primero? ¿Autopsia en vida, quizás? ¿Prueba de reflejos, búsqueda de signos
vitales que demuestren la obviedad de su existencia? Tenía lápiz y papel a un
lado, listos para que ella anotara todo aquello que creyera conveniente, pero
tenía la ligera sospecha que ese precario block de notas que le habían dado
nunca le sería suficiente. A ella la intrigaban demasiadas cosas, tantas que no
se imaginaba una manera de empezar a averiguar aquello que con tantas ansias
deseaba saber. ¿Cómo respiraría esa criatura? ¿Tendría un corazón, dos
pulmones, venas y arterias? Recordaba haber visto sangre verde chorrear de
cuerpos de alienígenas en alguna burda y grotesca película de ciencia ficción
antiquísima. ¿Sería capaz algo así? Daría su propio brazo por cortarle una
extremidad al bicho horrible ese que tenía en frente y comprobarlo en ese
instante, pero el desastre que haría sería imperdonable. Se supone que ella
tenía que mantener las cosas limpias, sencillas, rutinarias, sistemáticas, tal
como si fuese solo otro ‘’paciente’’. ¿Pero cómo acallar el deseo ferviente que
movía el bisturí en su mano más y más cerca de uno de los ojos del tan impredecible
espécimen? “Espécimen”, pensó de nuevo. Imaginó entonces una especie, una
raza…razas similares, criaturas que convivieran con ellas, en simbiosis,
parasitosis, mutualismo, comensalismo. Su hábitat, su reproducción, su
alimentación, su ciclo de vida, los números de crías por parto. Todo escapaba a
su imaginación y allí se fragmentaba en infinidad de posibilidades. “Todo al
alcance de mi mano”, pensó, sosteniendo el bisturí con mucho más ímpetu.
“Dime los secretos
en tu corazón…quiero conocerte”, le susurraba, infantil, como una madre a un
nuevo cachorrito perdido. Era más como su muñeco de pruebas en vida. ¿Cuántas
veces había jugado a ponerse un osito de peluche en su regazo y medirle los
latidos con un estetoscopio rosado de juguete? Le hubiese encantado tener a ese
bicho así ahora, incluso hasta recostado contra su pecho, por más que le
llenase las piernas y todo el delantal de baba y probablemente la quisiera
asesinar o estrangular con sus tentáculos en el segundo en que lo liberaran.
¿Tendría veneno, secreciones ácidas que disparar de algún lado como defensa? Y
eso sería para querer alejar o atacar a alguna otra criatura, pero si quisiera
que alguna se le acercara, ¿qué clase de feromonas liberaría al aire? Bueno,
suponiendo que fuese una criatura terrestre. Se desenvolvería bien en el agua,
seguramente. Parecía tener una piel escamosa…pero quizás era capaz de vivir
tanto fuera del agua como dentro. El movimiento ascendente y descendente de su
cuerpo le sugería que estaba respirando correctamente ahora, lejos de un océano
o río. ¿Un diafragma, tal vez, provoca ese latir de su cuerpo, esa inflación y
ese desinfle? Estaba bastante segura de que eso era un invertebrado, aunque
podría estar equivocada en cuanto a las pocas cosas que tenía deducidas. Un
cerebro, un sistema nervioso, una espina dorsal, una estructura ósea ya sea
externa o interna… ¿poseería algo de todo eso? ¿Células, un sistema endocrino?
¿Se enfermarían esos bicharracos? ¿Y de qué? ¿Habría pandemias, epidemias,
endemias, curas y virus evolucionados? ¿Anticuerpos?
“Estoy nerviosa, ¿tú
también?”, le siguió cantando. “Tu sonrisa me da curiosidad”, agregó, cuando la
criatura hizo un gesto con algún músculo de dónde ella creyó que estaría el
rostro, aproximadamente. ¿Tendría dientes, colmillos, caries, una lengua
dentro…su boca? ¿Tendría una boca, saliva, papilas gustativas, cuerdas vocales
y ganglios? Ya no podía esperar más. Necesitaba hacerle algo o se pasaría toda
la noche preguntándose cosas que bien podría averiguar. Pensar en una
estrategia, una forma de abordar el cuerpo extraño y examinarlo en su amorfo
esplendor le resultaba improcedente sin inmediatamente reparar en una masacre.
Algo salvaje, fiero, veloz y repugnante. Lo abriría, lo despellejaría en carne
viva y vería qué tenía dentro en tan solo un minuto. ¿Por qué se sentía tan
obligada a hacer las cosas meticulosamente y tardar horas en ello? ¿En realidad
importaba que la consideraran una loca? Para entonces tendría más conocimientos
que todo el resto de la humanidad. Por fin una criatura hacía contacto con
ellos y los humanos la abrían y torturaban hasta que muriera…le daba un poco de
vergüenza ser tan impulsiva, ¿pero por qué tenía que morir ese bicho? ¿No
habrían desarrollado esas criaturas una manera de regenerarse, de ser inmunes a
ataques salvajes y animales? ¿No podrían ser inmortales, más viejos que el
universo y futuros testigos del ‘’big crunch’’? ¿Por qué mierda no? ¿Quién
mierda se los impedía? Nadie conoce nada de la evolución de esas cosas, de su
vida en su tierra, su historia, su cultura y religión. ¡Quizás su Dios si los
escuchaba! ¡O quizás ellos eran su propio Dios, o Dios de todos nosotros!
O el anticristo. El
demonio en carne y hueso. Una criatura que pretendía repoblar la tierra,
exterminar a la raza humana cual plaga de cucarachas y asentarse aquí a alzar
una nueva capital, un nuevo imperio conectado con el imperio madre o
independiente. O bien podía ser también un mensajero venido a dar un presagio o
hacer una petición. En ese caso habría que escucharlo, ¿verdad? ¿Pero y si era,
en vez de eso, una criatura maligna y sangrienta? ¿Despiadada, desalmada y
desenfrenada, que venía a colonizar la tierra? ¿No habría que sacrificarla
antes de que matara toda la vida sobre la tierra? ¿…o sería una prueba? ¿Un
obstáculo para dejar una enseñanza, una valiosa lección? Sí, eso podría ser. “Quizás
los errados somos los humanos. Unos idiotas que no pueden aceptar la vida en
otros planetas sin enloquecer en cuestión de segundos”, se dijo, retrocediendo
unos pasos. Sí, eso eran. Ella era parte de eso. Había sido escogida como
enviada para hacer contacto y averiguaciones con la criatura y a ella se le había
ocurrido descuartizarla y bañarse con su sangre multicolor. ¿Quién era ella
para hacer tal cosa? “¡Una estúpida! ¡Una tarada! ¡Una loca desquiciada, perdida
y malparida y malcriada! ¡Una animal, una escoria, la peor inmundicia que
hubiese puesto su pie en la faz de la tierra! ¡UNA LOCA!” gritó, cortándose
entera y viva. Su sangre desparramada por el laboratorio había alcanzado a la
criatura, quien poco entendía ya. Para cuando los científicos y oficiales
hubieran entrado a su rescate ya era tarde. Se había perforado los globos
oculares tantas veces a través de sus anteojos que se había herido profusamente
el cerebro y causado una hemorragia fatal.
La doctora murió
muy rápidamente, a pesar de todo. La habían tratado de reanimar y brindar
atención médica, pero por más que la curaran físicamente, ella había perdido un
tornillo en tan solo un segundo. No, era mejor que muriera. Hicieran lo que
hicieran ella estaba destinada a morir así, y ya nada podían hacer al respecto.
Luego de tanto trabajo, años de servicio y caminos recorridos, al final sus
colegas, familiares, amigos…no estuvieron allí para ella. Los que se
mantuvieron con ella en su lecho de muerte fueron solo oficiales y personal
médico especializado que había ido especialmente ese día. Después de todo lo
que ella había dejado en esa tierra y las personas a las cuales conoció, amó y
consideró su círculo cercano…quedó tendida allí, al final. Rodeada de extraños
en la oscuridad…
FIN.
FIN.